Estudios realizados en los últimos años han demostrado que todos aquellos países que se encuentran en la cuenca mediterránea, como España, Portugal o Italia, tienen un menor porcentaje de casos de infartos de miocardio, así como una tasa más baja de casos de cáncer.
Estos investigadores concluyeron que una de las principales causas era la alimentación de las personas que viven en estos países. Todo ello llevó a hablar de la Dieta Mediterránea como un aspecto clave en la prevención de enfermedades.
Los elementos que definen nuestra Dieta Mediterránea son el arroz, la pasta, legumbres, verduras, gran protagonismo de la fruta, el aceite de oliva, poca carne y mucho pescado. Si hablamos de especias, destacamos la pimienta, el orégano y el ajo.
La importancia del aceite de oliva en la Dieta Mediterránea
La presencia de ácidos grasos insaturados en la dieta disminuye el riesgo de padecer obstrucciones en las arterias del corazón. También hay relación directa entre los niveles de colesterol en sangre y la incidencia de infarto de miocardio, así como entre la cantidad de grasas saturadas y los niveles de colesterol. El aceite de oliva virgen, ampliamente utilizado en la Dieta Mediterránea, tiene un 80% de ácido oleico (monoinsaturado) y sólo un 14% de ácidos grasos saturados.
Los ácidos grasos monoinsaturados hacen aumentar la proporción entre el colesterol HDL y el LDL. El colesterol HDL tiene un marcado efecto protector frente a la acumulación de placas de ateroma en las paredes de las arterias. Los aceites de semillas (soja, girasol, etc.) tienen grandes cantidades de ácidos grasos poliinsaturados y pocos monoinsaturados. Aunque hacen descender el colesterol total en sangre, no aumentan la proporción de colesterol HDL frente al LDL, y no tienen por tanto el mismo efecto protector frente a las enfermedades cardiovasculares que el aceite de oliva.
El pescado en la Dieta Mediterránea
Otro gran protagonista de nuestra Dieta Mediterránea es el pescado. Tiene un alto contenido de ácidos grasos poliinsaturados de la serie omega-3 de los pescados hacen disminuir los niveles de colesterol malo. Estos ácidos grasos son un componente fundamental de los fosfolípidos de las membranas celulares y un factor decisivo en su capacidad de llevar a cabo intercambios químicos.
Además, los cereales integrales, verduras, legumbres, frutas y pastas son carbohidratos con un índice glucémico muy bajo. Éste refleja la relación entre la subida de glucosa en sangre producida por un hidrato de carbono cualquiera en comparación con la que produciría un aporte de las mismas calorías en forma de glucosa pura o pan blanco refinado. Es preferible que la glucosa se vaya liberando paulatinamente en la corriente sanguínea para conseguir una adecuada captación en las células y evitar así la formación de grasas, la acidosis y otros trastornos.
Desde nuestra farmacia os animamos a llevar una alimentación sana, para prevenir en la medida de lo posible enfermedades cardiovasculares.